viernes, noviembre 18, 2005

La Pared de Plexiglass

A veces uno siente que hay un detalle que falta. Y que ese preciso detalle esta justo detrás de una pared de plexiglass cuya puerta no se puede abrir.

Al principio ves las siluetas, las sombras, los colores... llaman la atención, pero con la curiosidad a raya piensas que la llave de esa puerta aparecerá en el momento en que debas abrirla. Así que la ves con despreocupación.

Poco a poco te encuentras buscando descuidadamente la llave... detrás del florero o los portarretratos, entre las especias, en el gabinete del baño, sin mayor orden, sólo con un dejo de impaciencia.

Con el tiempo, los colores y las siluetas parecen perseguirte. El aire sabe a desasosiego y hay una eterna inquietud en la boca de tu estómago que no deja de acosarte. Al principio no sabes que es, pero simplemente te das cuenta que es la condenada pared de plexiglass y lo que hay detrás de ella, que parece burlarse de ti, de tu incertidumbre acerca del paredero de la famosa llave.

La arrechera te lleva a patear la pared, a querer tumbarla, a llegarle por el techo, a llamar al cerrajero para que le quite los goznes a la puerta. Nada funciona, necesitas la llave. Las siluetas parecen reirse y tú dudas de tu salud mental mientras apoyas la cabeza contra la superficie intentando definir algun sonido, aunque sólo te llega un murmullo lejano. Volteas sillas, miras dentro de la secadora, debajo de las alfombras, le preguntas a los demás pasajeros del metro si la han visto. El no saber te carcome. El no saber cuando vas a encontrar la llave... o si la encontrarás algun día.

Es como la realidad a la que intentas llegar. El detalle que te falta para estar completo, para sentirte lleno. Encontrar la llave, el detonante, el turning point. Todo se resume a ello. Y no hay nada más horrible que no saber si algún día, a pesar de todos tus esfuerzos por manufacturarte una llave, podrás saber qué hay detrás de la pared de plexiglass.