jueves, agosto 31, 2006

El de la torta y las fiestas infantiles

El punto empieza con que mi primo menor cumplió 7 años hoy. Y lo celebró en la piscina de su edificio con sus amigos de todas partes, que comprenden el hiperquinético y no siempre agradable rango de edades entre los 6 y los 10 años.

Lo más llamativo de las fiestas infantiles es la comida. De entrada, tiene que haber mucha y muy variada, no sólo porque son muchas personas, sino porque se trata de niños. Los niños son melindrosos a la hora de comer y en sus fiestas esperan encontrar cosas dulces, chucherias, saladas, y basura que, por lo general, no encontrarían en sus casas. También debe haber comida para los padres que estén ahí encargándose de sus retoños. También se incluyen las bebidas, que por lo general van desde el agua más corriente y mineral, pasando por típicas bebidas gaseosas, jugos naturales y licores. Lo usual.

Todo para concluir en la fastuosa torta de cumpleaños, la cual, si es muy elaborada con casitas de chocolate, ovejas de mazapán, ríos de menta, piedras coloreadas hechas de m&m, y una tableta de caramelo que dice "Feliz Cumpleaños Pepe", lo más probable es que sea un vulgar ponqué. Aunque también las hay con un sencillo frost y que por dentro son obra de un genio.

Ahora bien, no hay nada más insalubre que comer en una fiesta infantil, sobretodo si los invitados están en el dichoso rango de edades comprendidas entre los 6 y 10 años. Es desagradable, nocivo, malsano y perjudicial. Y además es asqueroso.

No porque la mamá anfitriona no tome el cuidado pertinente, ni porque la comida, dentro de todo, no sea algo que por más que sea, uno mismo coma de cuando en cuando (tequeños, donas, doritos, y demás), ni porque todo lo servido no sea nuevo de paquete que la dedicada mamá compró la tarde anterior, como muy lejos.

Es que son niños, y los niños no le paran mucho al asunto de suciedad y bacterias y enfermedades y cosas así y es por eso que las publicidades de jabones como safeguard se agarran de la seguridad de niños que no le paran balls a limpieza y desinfección. Y en verdad no deberían, son niños después de todo, las cuñas son ciertas, los niños se tienen que ensuciar y hacer desastres para aprender.

Volviendo a esto, haga un sencillo experimento la proxima vez que esté en una fiesta infantil:

Sólo tiene que notar las actividades que hacen los niños, bien sea en el parque, la piscina, el salón de fiestas, el jardín, el patio, donde sea. Se arrastran, corren, van al baño, se empujan, se lanzan a la piscina, se caen en la grama, se quitan el pelo de la cara, juegan a las carreras a ver quién toca la pared del frente primero, andan en cuatro patas, y un largo etcétera. Como casi todas las actividades del ser humano, involucra el uso de sus manos. Lo lógico sería lavarse las manos antes de sumergirla en el tazón de bolitas de queso, ¿verdad? Mentira.

Imagine por un momento que el rico ponqué, con un sorprendente acabado de casitas, ovejas y ríos de menta que dicen "Felicidades Pepe" es la principal atracción de la celebración. Todos los niños en el agasajo van a querer saber de qué material están hechas las piedras de m&m (los niños son naturalmente curiosos) y para ello utilizan su principal herramienta: sus manos. El sentido del tacto es fundamental a esta edad.

Si, por el contrario, la atracción es el delicioso frost de chocolate bañado con m&m (sí, estoy empeñada) de la rica torta cumpleañera, todos, y lease bien, TODOS los niños de la fiesta le van a poner los dedos encima. Todos. Todos van a probar el frost al menos 3 horas antes de cantar el cumpleaños feliz. Muchos de ellos pasan como quien no quiere la cosa, frecuentemente juntoa la mesa y pasan un delicado dedo por el borde más cercano al plato, le quitarán un m&m y seguirán su camino. Esta acción se ve irremediablemente exacerbada momentos antes de picar la torta, cuando todos van al ataque, a quitar cuantos m&m sean posibles.

Si no es de estómago duro, ni lo intente. Igual después puede comerse tranquilamente su pedazo de torta sin peros ni remordimientos. Nadie se ha enfermado realmente grave, que yo sepa, ojo, después de la fiesta de su pequeño vecino, amigo, primo, sobrino o retoño. Total, el ponque esta tarde estaba rico y todo.